lunes, 28 de octubre de 2013

Capítulo seis.

Deseé con todas mis fuerzas ser ciega o no haber estado en ese momento. Pero así lo quiso el destino. Tuve que ver con mis propios ojos cómo mi novio me tomaba el pelo, fueron dos segundos en los que se prendieron fuego mis últimos tress meses, todo perdía sentido.

Se me cayó encima un baldazo de agua helada y me cortó la respiración, era tal el shock que tenía que no podía llorar, sólo estaba parada en el medio de un boliche lleno de imbéciles mirando cómo el imbécil de mi novio apretaba con la rubia imbécil, siendo cubierto por los imbéciles de los amigos. Y en realidad la imbécil era yo.
Antes de que alguien descubriera que me pasaba algo, me fui. Esquivé la gente hasta llegar a la puerta. Una vez que estuve en la calle, alrededor de 40 interminables segundos después del error, pude volver a respirar. O intenté hacerlo. Empecé a correr para la derecha, dirección que escogí al azar, ya que no me importaba llegar a mi casa o que me mataran en el intento. Cuando me cansé de correr, caminé. Estuve una hora dando vueltas, me llegaban llamadas de mis amigas y les cortaba, no quería saber nada con hablar con nadie. Exhausta, me senté en una vidriera, y en ese momento me llega un mensaje de Francesco: “Se puede saber dónde carajo estas?”. Cuando recibí el mensaje, me agarró la cosa en el pecho, pero cuando leí el contenido, dejé el celular en el piso y me puse a llorar desconsoladamente, no podía creer lo que me estaba pasando, quien hacía dos horas era el amor de mi vida, ahora me parecía un mentiroso despiadado. Con mis cortos 15 años, estaba sentada en una vidriera, a las 4 de la mañana, sola, en Capital Federal, un 21 de Septiembre, fecha en que los egresados parecen perder el control, estar ahí era un suicidio, lo sabía y era a propósito.
Al rato de estar ahí, el frío me ganó y decidí tomarme un taxi cuando pude calmar el llanto. Desde el mensaje de texto hasta llegar a mi casa, conseguí 22 llamadas perdidas de Francesco, las cuales veía pasar mirando la pantalla de mi teléfono, indignada. Cortaba y volvía a llamar, una y otra vez, no se cansaba de fingir estar preocupado, mientras yo había descubierto su truchada. Venía sentada del lado derecho del asiento trasero, empezando a relajar mis músculos por el cambio placentero de temperatura y tenía la cabeza apoyada en el apoyacabeza del asiento de adelante, para que el tachero no viera mi maquillaje corrido o mi cara de destruida y me bajara, pensando que estaba borracha. Cuando llegué a mi casa, le pagué y me bajé. En cuanto pongo un pie en la calle, veo que estaba Francesco sentado en la puerta de casa, con el celular en la oreja, que se lo sacó, cortó la llamada y lo puso en el bolsillo mientras se paraba. Intenté hacer de cuenta que ignoraba la idiotez que se había mandado y pasar derecho a mi casa, a refugiarme sola en mi cuarto, calentita, resultó imposible. Se me avalanzó y me agarró por los brazos preguntandome qué hacía, dónde estaba, por qué estaba así, si estaba borracha, por qué no contestaba sus llamadas y bla bla bla. Lo mire con odio por unos segundos sin decir una palabra y la pelotuda interior se me escapó, liberando los lagrimales y desatando un llanto acongojado que podría despertar a toda la cuadra. En ese momento, la cara de furia de Francesco se convirtió en preocupación, no sé si por mí o porque sabía que había descubierto su idiotez. Me abrazó y me dejé abrazar, porque tenía frío y porque me quería tapar la cara con algo. No paraba de preguntarme qué pasaba y cuando pude hablar sólo le dije: 
-Te vi.
-Eh? Qué decís? Vos estas en pedo pendeja!
-Te vi con la rubia.
-Qué rubia? Qué flashaste?
Solté el abrazo, me sequé las lágrimas y sacando la llave de la cartera le dije:
-Por favor. No me mientas en la cara. Te vi apretando. Me voy a acostar, tengo frío.
-No te voy a mentir, nos besamos.
Haciendome la orgullosa, pero dolida por escucharlo:
-Ya lo vi.
-Son cosas de una noche, cosas de alcohol, del egreso, no sé, la minita ni me importa, me convencieron los chicos para que estuviera con ella, no quería…
-Tengo frío Francesco, me quiero ir.
-Por favor, dejame entrar con vos, dejame explicarte lo que pasó.
Después de insistir un par de veces, cedí. Lo dejé entrar y fuimos a mi cuarto, donde me acosté porque moría de frío.
-En serio, necesito que me creas, fue un beso para conformarlos a los chicos, nunca te mentí, Abril, yo te amo en serio, vos sabes todo lo que dejo por vos…
-Si me amaras no lo habrías hecho.
-Sé que estas re caliente, yo también lo estaría... Pero estoy desesperado por hacerte entender que te amo en serio...
Dijo eso y apoyó la cabeza en mis piernas, como rindiéndose a seguir insistiendo en alguien tan duro como yo. Me causó ternura y le acaricié el pelo, como una pequeña distante demostración de cariño, después de unos minutos de “cariño distante”, volvió el flash de Francesco-rubia divina y saqué la mano, corrí las piernas y me destapé.
-Te acompaño a la puerta, me voy a dormir.
-Mañana vamos a hablar? Me vas a escuchar, por favor?
-Veo.

Resignado, me dejó acompañarlo a la puerta sin decir una palabra, y cuando la abrí, me agarró la cara y me dio un beso. Antes de que pudiera sacarlo y enojarme, me había soltado y se estaba yendo, con la cabeza gacha arrastrando la culpa. Cerré la puerta y me fui a acostar. Gracias a la hora que pasé dando vueltas por la ciudad, me dormí en seguida.

Al otro día, cuando me desperté, lo primero que pensé fue: Francesco-rubia divina. Otra vez a pensar en eso, a sufrirlo. Quise volver a dormirme pero nada calmaba mi cabeza, que no hacía más que decir "qué pelotuda, cómo le creíste, cómo te enamoraste de una mentira Api, era obvio que no iba a ser sincero, era tu Principito, no podía ser real". Agarré el teléfono para ver la hora y tenía un mensaje de texto: "Como no creo que me dejes verte mañana, quiero tratar de convencerte por acá. Los últimos dos meses fueron los mejores que tuve en mi vida, me haces muy feliz y me demostraste que me puedo enamorar, que no soy un gato cualquiera. Lo que pasó con esa chica fue una pavada que hice por no quedar como un pelotudo con los chicos, no quedé así con ellos pero sí con vos, y te lastimé. No podría perdonarme perder todo esto por una pavada. Espero que me dejes verte. Te amo mucho más de lo que parece. PERDONAME."
Sinceramente, el mensaje me derritió. Y terminé llorando, por supuesto. Me quedé en la cama a esperar que se me pasara la cara de llorona, para no tener que dar explicaciones a mis papás. Llamada de Julia:
-Hola Ju
-Ei! Qué hiciste anoche? Desapareciste!
-Me fui porque lo vi a tu hermano complicado, no quiero hablar de eso.
-Es que te llamo por eso boluda, no sabes qué le pasó?
-Por qué?
-Cuando llegué a casa después del boliche, estaba tirado en el sillón, yo pensé que había roto, porque era temprano, pero cuando le fui a hablar estaba llorando mal, se pelearon?
Otra vez la cosa del pecho.
-Llorando? Qué?
-Sí, llorando, pero nunca lo vi así, obvio que me echó, no me explicó nada.. Pasó algo? Contame Api!
-Sí, discutimos, después te llamo..
Corté. Tenía un nudo en la garganta. No podía creer lo que estaba pasando. Decidí mandarle un mensaje a Fran: "Vení". A la media hora estaba en casa, no quise hablar del tema y sólo lo abracé; quería hacer de cuenta que el 21 de Septiembre nunca había ocurrido, Francesco realmente me amaba.

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