sábado, 5 de octubre de 2013

Capítulo uno.

Qué apresurada soy, empecé a contarles mi historia sin antes presentarme. Soy Api, bah, Abril, pero me dicen Api desde que tengo memoria. Tengo 19 años, vivo sola hace 2, a 49 cuadras de mi papás: un matrimonio cincuentón bastante amargo. Son serios y aburridos, pero aceptan que diga pelotudeces. No me parece raro haber salido simpaticona teniendo padres tan serios porque en Matemática menos por menos es más (esto es lo único que aprendí de Matemática en toda mi vida).
Soy hija única, lo que me hizo muy independiente y algo consentida; "algo" porque entre mis primos nunca fui la favorita, siempre había uno que hacía algo más divertido o talentoso que yo. No me sorprende, teniendo en cuenta que me cuesta caerle bien a las personas. Por qué me cuesta caer bien? Buena pregunta... Creo que el hecho de ser independiente me da la cualidad de poder divertirme sin hablar. A lo que me refiero, estando en una reunión de personas, disfruto más estar callada escuchando la conversación general que metiendo bocadillos, o por ahí me cuelgo pensando cosas y no emito sonidos por horas, entonces parezco un poco autista. Eso explica por qué mi abuela siempre prefiere pasar tiempo con otros nietos... Ojo, estar al margen en mi familia no me produjo ningún trauma, incluso, lo disfruto, no me gusta la atención. Siento que ser el centro de atención te pone en el aprieto de tener que ser como "el público" quiere que seas: gracioso, dramático o agresivo. Estando más escondido podes hacer lo que quieras, que no vas a tener jurado.
Viví toda mi vida en Capital Federal y en cuanto terminé el colegio me mudé sola, por dos versiones: a) La que le dije a mis viejos: "ustedes necesitan espacio, 'descansar' de mi, y yo tengo que independizarme, crecer, aprender a cocinar, limpiar y administrar plata, sino nunca voy a madurar". b) La real: tenía 18 años, fumaba encerrada en el baño el cigarrillo después de la cena y estaba con mi novio cuando se dormían. Tenía ganas de hacer la mía sin que me hincharan las bolas.
La excusa fue muy convincente y en un par de meses estaba en mi departamento, con Fran (en ese momento, mi novio) prácticamente instalado; no era oficial, pero vivíamos juntos. A mis viejos les puse la regla de que sólo podían venir los Sábados, porque tenía que estudiar. En realidad estudiaba, pero no todo el día, podía verlos, sólo que no tenía ganas de ordenar y esconder las cosas de Francesco para cuando vinieran.
El estudio. En Mayo de 2011 empecé Diseño de Interiores y terminé el año promocionando todas las materias. Pero sinceramente me parecía una carrera vacía. Mientras estudiaba (algo que me resulta muy entretenido) pensaba que no quería pasar mi vida decorando casas, lo único fructífero de la carrera era tener guita, si tenía suerte, y una linda casa; igualmente, si se tiene buen gusto, no es necesario estudiar, sólo concluir ideas. Por lo que el segundo año no lo arranqué. A escondidas de mis Papás. Nunca me gustó mentir, aunque soy muy buena, pero necesitaba su plata para conseguir un trabajo lindo y con buen sueldo mientras me decidía con qué hacer.
A todo esto, Francesco tenía una bandita con la que ganaba bastante los fines de semana, pero no sabía tener plata, era visiblemente irresponsable. Otra vez, me disculpo. Estoy practicando el tema de no hablar de él (porque abuso) y ni siquiera les conté quién es...

No hay comentarios:

Publicar un comentario