Cuando abrí la puerta y la vi, me agarró
la cosa en el pecho. Hacía más de un año que no la veía, y estábamos diferentes. Ella estaba más alta, más flaca, más rubia, más mujer. De mis cambios prefiero no hablar. La cosa era una mezcla entre buena y mala, era rara. Su cara no pareció muy buena cuando me vio, y eso me sacó la emoción que tenía por volver a verla.
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