domingo, 10 de noviembre de 2013

Capítulo diez (escrito por @BrunoAschero).

Recuerdo muy bien ese domingo, recuerdo haberme despertado con resaca y recuerdo haber intentado seguir durmiendo pero no me lo permitía todo el quilombo de pendejas que había abajo. Aparentemente la hueca de mi hermana había hecho pijama party con todas sus amiguitas la noche anterior y eso significaba que habían estado toda la noche hablando de mi y de mis amigos. Si bien eran todas feas, no podía perderme la oportunidad de pasar casualmente por el comedor para darles de qué hablar por un par de pijamas party mas.
La idea era bajar rápido, agarrar una botellita de agua para calmar un poco la resaca y volver a subir, pero mientras iba bajando, vi a una chica que nunca había visto. Estaba sentada justo al lado de la ventana y la luz de la mañana le daba justo en el pelo castaño claro perfectamente peinado, cuando me vio hizo una sonrisa y miró para abajo. En ese momento estuve seguro de que quería amanecer cada mañana al lado de esa pendeja que ni siquiera sabía cómo se llamaba.
Era consciente de que podía tener a la minita que quisiera, de hecho, cada fin de semana estaba con tres o cuatro, de las cuales elegía a la mas linda y me la llevaba a casa o a la casa de algún amigo. Ninguna me decía que no y eso, aunque placentero, era un tanto aburrido. Solía entrar al fotolog de la tarada de mi hermana para ver a qué pendeja me podía chamuyar, no era nada fácil porque ya me había comido a una o mas de cada grupo de amigas, entonces además de hacerle creer que me encantaba, también tenía que hacerle creer que nadie se iba a enterar y que, en todo caso, las amigas no se iban a enojar. Todo un trabajo. Fue un día como cualquier otro que encontré el fotolog de Abril. La pendeja hermosa y misteriosa ahora tenía nombre, aunque me daba igual que se llamara Abril, Mayo o Junio, sabía que la tenía a mis pies y eso me encantaba. La agregué, dejé que pasara unos días para que no pueda parar de pensar en mi, y después le hablé, fingiendo que no la conocía. Era un plan infalible, y así fue.
Hablamos muchísimo por msn, tanto que por momentos se volvía bastante pesado pero todo se solucionaba con un “ya vuelvo linda” y cambiando el estado a Ocupado. Cuando mi hermana preguntó en plena cena familiar si podía festejar su cumpleaños en casa me ocupé de que nuestros viejos digan que si, era obvio que Abrilita iba a venir y era la oportunidad perfecta para caer con los chicos y chaparnos a todas las quinceañeras excitadas con su primer salida. Cuando llegamos parecía que ya estaban todas en pedo aunque apenas había un par de botellas de cerveza arriba de la mesa. Abril se apartó sola y que sea tan fácil le quitaba un poco de atractivo pero no iba a desperdiciar la oportunidad. Intercambiamos un par de chamuyos, que seguro no se acuerda ni ella y la invité a ir afuera. Todo lo que viene después se resumiría perfectamente en un “bla bla bla”, pero hay algo que recuerdo muy bien: ese vestido blanco con flores azules. Estaba tan linda que aunque hubiese querido no hubiese podido escuchar lo que decía.  Los besos de esa noche fueron los mejores de mi vida. Si, estoy exagerando, pero no se cómo explicar que me pasaban cosas muy fuertes con esa mina.
Con el tiempo nuestra relación era casi oficial, nuestras familias sabían y eso nos daba ciertas libertades aunque yo seguía haciendo mi vida cuando salía porque Abrilita no tenía permiso todavía. En realidad, ya no era tan gato como antes, no porque no quisiera sino porque casi toda la ciudad sabía que estaba con “la nena esa” y no querían meterse en quilombos.  La propuesta de noviazgo fue un manotazo de ahogado, la forrita de Aldana, la amiga de Abril, encontró una foto que me comprometía bastante y se la pasó; por suerte, yo estaba ahí y aproveché para llenarle la cabeza en contra de Aldana. No suelo hacer esas cosas pero era cuestión de vida o muerte.  Al parecer eso y mi sonrisita compradora no fueron suficientes, así que tuve que pedirle que sea mi novia, y además le dije “te amo”. Obviamente me arrepentí ni bien me escuché diciéndolo, pero era necesario, Abril no podía enterarse que siempre chapaba con esa rubia, mi “amiga”, no porque me fuera a dejar porque sabía que eso era casi imposible, sino porque peligraba mi relación con “la rubia”, y Andrea me importaba de verdad.
Me arrepiento muchísimo de haber tomado tanto ese 21 de septiembre, fresco me hubiese acordado que Abril salía, creo. Y obviamente estando fresco no hubiese chapado con Andre en pleno boliche, era preferible irnos a casa y decirle a Abril que había roto mal o algo así, algo creíble. Pero no, el boludo se mamó, chapó, arruinó todo y se tuvo que ir temprano de la fiesta porque la pendeja se tiró a andar sola en Capital Federal a las 4 de la mañana. Intenté contactarla por celular aunque era obvio que no me iba a escuchar asi que no me quedó otra que ir a la casa y asegurarme de que los padres no la vean así para no manchar la imagen que ellos tenían de mi. Cuando llegó no sabía qué hacer, nunca la había visto tan…tan demacrada. Me preocupó y por un momento me di cuenta que en el fondo, me importaba que esté bien aunque yo no la amara como ella me amaba, así que pasé largas horas haciéndole creer –y tratando de hacerme creer a mi mismo- que lo que había pasado era una boludez, hasta que se cansó de escucharme y me fui. El siguiente paso era mandarle un mensaje para que lo leyera al día siguiente y me perdonara completamente. No sé si fue el alcohol que aún quedaba en mi sangre o una mala jugada del inconsciente lo que me hizo equivocarme de número y terminar mandándole el mensaje a Andre, seguido de un “perdón, era para Abril” lo que, definitivamente terminaba de cagar todo. “Ah, osea que yo soy la segunda? Puedo entender que no la puedas dejar, pero conmigo no vas a jugar PENDEJO.” Llegué a casa y me tiré en el sillón, perderla a Andre me hacía sentir como que mi vida no tenía sentido, ella era la única que me entendía y me aguantaba. Se me hizo un nudo en la garganta que solo se alivió largando las lágrimas. Hacía tanto que no lloraba que pensé que me había olvidado como se hacía. Llegó mi hermana y quiso saber qué me pasaba pero no tenía ganas de mentirle a otra persona más así que le grité y la eché. Apagué la luz y dormí ahí, sin taparme, sin nada. Solo y con frío, tal como lo merecía.
Me costó meses que me perdonaran, si, PERDONARAN. Me tenían que perdonar las dos, antes que me perdonara una sola prefería estar solo. Entre las dos me completaban. Abril tenía toda esa inocencia y alegría, a la gente le encantaba la pareja, vivíamos paseando y haciendo esas pavadas que hacen los novios y que antes de conocerla me parecían totalmente sinsentido. Pero Andrea me entendía realmente, me entendía como persona, y aunque teníamos una química increíble en la cama, me quería mas allá de mi aspecto físico y eso no me había pasado con nadie, NI SIQUIERA CON ABRIL.  Finalmente me perdonaron – no se si por casualidad o no- el mismo día, primero Abril y después Andrea, con 8 minutos de diferencia.
Uno de los motivos que mantenía la relación con Abril era que quería ser el primer hombre en su vida, quería dejar una marca para siempre en su memoria y la mejor forma era desvirgarla. Insistí mucho, pero sin obligarla, ese era el secreto; y finalmente funcionó. Esa noche volví a sentir cosas que nunca había sentido, y al verla despertar al otro día, me acordé de esa vez que la conocí, con el pelo prolijamente suelto y el sol de la mañana dándole en la cara. ¿Así se sentiría el amor?
La vida siguió, con Api éramos felices, y por otro lado seguía encontrando en Andrea la mujer que Abril no era. La excusa de la facultad y los ensayos con la banda eran perfectos para escaparme de vez en cuando. Además Abril y yo nos mudamos solos – cada uno con su departamento pero prácticamente vivíamos en el de ella- así que podía estar con Andre en mi depto siempre que quisiera.

-Me podés explicar esto?
 Fue lo primero que escuché al despertarme, me tomó unos segundos ubicarme en tiempo y espacio hasta que me dí cuenta de lo que pasaba. Abril había descubierto un mensaje, otra vez se derribaba mi mundo.
-Vení, sentate Abril.- Dije, intentando calmarla
-NO QUIERO SENTARME, QUIERO QUE ME EXPLIQUES ESO
Había estado llorando y aparentemente se había lastimado así que decidí, por primera vez en mi vida, no mentir. Empecé a explicarle  y pensé que esa sería la solución a todo, pero no; tuvo un ataque de ira.  En cada uno de sus gritos sentía como si me estuviera apretando el corazón, y cada vez que se golpeaba contra algo sentía como si estuviera golpeándome directo en la cara. Se golpeó hasta quebrarse la mano y quebrarme el alma. La agarré para llevarla al hospital y pude subirla al auto aunque tuve que usar fuerzas que no sabía que tenía.
Cuando terminaron de atenderla, salió y volvió a pedirme explicaciones. Algo había cambiado adentro mío así que accedí a contarle todo. Ésta vez no tuvo ningún ataque pero, al terminar de escuchar cada una de mis palabras, dio media vuelta y salió caminando. La agarré, pero lo único que obtuve fueron las peores palabras que escuché en mi vida:
-Me das asco. No te quiero volver a ver la cara, sos la mierda más grande y te deseo, en serio, lo deseo con mucha fuerza, que te re cagues muriendo.

Mientras la veía alejarse en el auto de su mamá hice un esfuerzo para no caerme; no quería que me llevaran de nuevo adentro de ese hospital. Con mis últimas fuerzas le escribí:
"No te quiero llamar porque sé que no me vas a atender. Tenés razón en enojarte y en odiarme, estuve muy mal con vos, pero no te hagas esas cosas, cuando tengas ganas de pegarle a algo, llamame y me pegas a mi que tuve la culpa. Te amo, no seas idiota."

Caminé por horas sin expresión. No lloré. No hablé. No pude decir más nada. Me odiaba. Ella me odiaba y yo me odiaba. La mujer más linda del mundo me odiaba, y yo la amaba.  

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