domingo, 5 de enero de 2014

Capítulo cinco.

¿Qué hacía Pancho en la puerta de mi casa? ¿Por qué estaba tan pendiente de mi? ¿Podría alguien ignorar mi aspecto de zombie y ver que estoy viva por dentro?

Desde la trágica separación con Francesco, vivía con la mano víctima en un bolsillo, por la cicatriz, en la otra el cigarrillo, fumaba demasiado, elegía ropas sueltas, porque estaba muy flaca, y mi cara tenía un tono pálido verdoso, como el de un muerto. Era fácil notar que yo no estaba bien, y lo que me hacía encerrarme en mi casa era tener que bancarme que cualquier idiota me preguntara "estas bien?", "de verdad te sentís bien? Tenes mala cara"... ES LA ÚNICA QUE TENGO, ESTOY BIEN DE SALUD PERO ME DUELE EL PECHO PORQUE SOY UNA DEPRESIVA PUTA CORNUDA, LO PODES ENTENDER?. Bueno, bajo un poco. Así reaccionaba internamente ante esa gente que simplemente se preocupaba por mi; nadie dijo que yo fuera simpática.
Como les conté, nunca fui de muchas palabras. Desde Fracesco, todos mis comentarios eran notablemente mala leche. Por ejemplo:
Otro: -El finde hago una fiesta, estas invitada
Yo: -Seguro que llueve o no va nadie.
Así constantemente, me sentía tan mal conmigo misma que quería hacer sentir mal al resto, no por maldad, por venganza hacia la humanidad (cuando el único hijo de puta era Francesco, quien, ya que estamos, mientras yo hacía sentir mal a la gente, estaría garchando con Andrearubioceniza).
Ok, antes hablaba poco pero tenía buen aspecto, ahora sólo decía cosas hirientes y tenía pinta de suicida. Desde que arranqué el curso creo que conocer a esas tres personas me dio cierta vida que daba por perdida, creía que nunca más alguien iba a tener interés en acercarse a mi, pero Jazmín, Alejo y Pancho me veían como alguien más, no me conocían y no me tenía rotulada como "la loquita", eso era un punto a favor para mi, no lo podía arruinar.

Pancho no me gustaba. Era falsamente simpático y su constante necesidad de ser el centro de atención me irritaba. Pero sin embargo, él me daba la esperanza de que podía gustarle a alguien y no sólo para tener sexo.

-Ei! Vos debes ser el hermano de Api, no le decís que baje que la llevo al curso?
Bueno, al parecer no estaba tan facha como creía, y parecía un hombre, elegí reírme de que el gil de Pancho me peleara; en realidad, me gustó que me hubiera peleado, porque indicaba confianza y disimulaba un poco que se estaba muriendo por lo linda que estaba, creo preferir que me digan "pareces un hombre" a "estas hermosa bebe bonita".
Me subí al auto riendome, lo saludé con una piña y me dijo:
-No puedo creer que tengas las manos vacías! Milagro del Señor, el demonio tabaco la ha liberado!
Otra vez me reí. No paraba de reírme y eso me hacía bien.
Pancho era un pelotudo, pero me podía arreglar. Quería dejarlo entrar en mi vida (ya me parezco a Macano), pero él hacía tantos chistes y yo era tan mala onda que nunca parecíamos avanzar, sólo eran jodas en público, cuando estábamos solos yo era un hombre para él. Elegí la paciencia y supuse que manteniendo esa distancia para él sería atractivo buscarme.
En el curso todos creían que éramos novios, íbamos y veníamos juntos, mientras Jazmín y Alejo se contentaban por vernos así. Al mes de haber arrancado con la gastronomía, era el cumpleaños de Jazmín; quien decidió hacer una fiesta en su casa con los más amigos del curso. En cuanto me dijo que saldríamos todos juntos, me propuse tratar de llamar más su atención, quería estar ese Viernes con Pancho. A la hora de vestirme elegí un vestido sin espalda que me hacía re diosa, o así me sentía, lo que era un buen presentimiento de la noche porque nunca me conformaba la ropa. Me subí a los zapatos-zancos y salí para lo de Jazmín, un rato antes de la fiesta para ayudarla con los últimos preparativos.
Sacamos todos los adornos que podían romperse mientras empezabamos a tomar, empezaron a caer los invitados y me llamó la atención que los melli no estuvieran, pero antes que preguntar por Pancho prefería morirme. Un par de bobos del curso, que no creía conocer, me venían a hablar cada vez que salía afuera, ya que adentro no podía fumar. Que arrancaran a encararme preguntando por Pancho era ridículo, pero que lo hicieran cuatro pibes del mismo grupito me hizo sentir mal, aparentemente, aunque no me conocieran, yo tenía pinta de fácil.
Eran casi las 3 de la mañana y los chicos no aparecían, mientras Jazmín me decía que le mandara a Pancho y yo me empinaba los vasos, para distraerme. Cigarrillo tras cigarrillo, vaso tras vaso, minuto tras minuto, desistí a esperar a Pancho y me puse a hablar con uno de los chicos; obviamente, el más lindo, porque si voy a ser puta, será con clase. El pibe, Marcos, era lindo, pero serio, y no estaba interesado en mi, se le notaba, dejaba silencios prolongados sin nervios y eso me gustaba, me gustaba no gustarle. Ya que él no parecía mover un músculo, le dije que me iba a fumar un cigarrillo, esperando que me acompañara afuera y chapar, pero no, me dijo "bueno" y se fue con su grupito. Por supuesto, me sentí una pelotuda, pero me fascinaba que me ignorara. Me senté como pude en el banco de la puerta y me prendí el cigarrillo con bronca, mientras por dentro me reía de mi ridiculez. Me terminé el vaso de fernet para refrescarme la garganta y el tiempo pasaba, Pancho no aparecía y nadie me daba bola.
En el momento en que me estaba por suicidar con la mente (no es literal!) apareció Marcos y se sentó a mi lado. Estuvimos hablando un rato importante (mínimo media hora) y al fin me besó. O yo le daba asco o él no sabía besar, pero era como inconcluso, demasiado suave, más que un beso parecía un roce, pero lo prefería antes que me hiciera una traqueotomía lingual. Al final nunca nada me viene bien, mujer con todas las letras. Durante el beso, me puse de costado y puse mis manos en la cabeza de Marcos, para acercarme más a él y ver si me podía besar "mejor". Como a mi nunca nada me puede salir bien, en el momento en el beso tomaba color, escucho griterío, nos separamos, miré y era Jazmín dandoles la bienvenida a los melli. Como se imaginarán, sí, sí, me vio Pancho. Viva la vida.
Me levanté de un salto y el alcohol me sacó un poco de seguridad, mientras recuperaba el equilibrio, me trastabillaba y caminaba detras de Pancho, que se hacía el desinteresado. Recién pude alcanzarlo cuando estaba dentro de la casa, y la poca ubicación que me quedaba me hizo calmar mis movimientos. Lo agarré del brazo y él muy fresco se dio vuelta:
-Eeeeei, qué haces? De levante la guacha..
Se reía y me trataba como si fuera su mejor amiga, era un situación horrenda. Me puse seria y le dije que no necesitaba fingir nada, a lo que me respondió:
-Na, Api, te estas confundiendo, que te haya hecho un par de chistes no significa que esté enamorado de vos... Además, sé que sos... Medio vaga...
Por si no comprendieron el mensaje, insinuó que era alsada, puta, que estaba enamorada de él y que había malinterpretado. Hola ganas de morir, hacía mucho que no venían por acá.

2 comentarios:

  1. Genial!!! Lo vengo siguiendo hace bastante y me gusta mucho como escribis! Te felicito!

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  2. Muchas gracias por leerla y por comentar! Me alegro mucho que te guste, un beso :)

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